Francisco Cuenca Anaya. Licenciado en Derecho, Notario y académico, nació en Iznatoraf (Jaén) en el año 1932.
Familia. Nacido en una familia arraigada en la tradición cinegética, Francisco proviene de una estirpe de cazadores, siendo él mismo hijo y nieto de amantes de la caza. Entre diez hermanos, destaca su hermano José Cuenca Anaya, quien ha honrado a la familia sirviendo como diplomático y embajador de España en varias naciones.
Formación. La sólida base académica de Francisco se forjó en la Universidad de Sevilla, donde se graduó en Derecho con la destacada calificación de Sobresaliente.
Notario. Tras superar con éxito las exigentes oposiciones de Notario, Francisco inició una distinguida carrera que abarcó hasta su jubilación en 2002, desempeñando su labor en diversas regiones como Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura. Durante su trayectoria, alcanzó el prestigioso puesto de Decano de los Colegios Notariales de Cáceres y Sevilla, destacando especialmente en el ámbito del Derecho de los consumidores, con un enfoque particular en el acceso a la vivienda.
Publicaciones y divulgación. Además de su dedicación profesional, Francisco ha dejado una huella significativa en el ámbito académico y literario. Ha contribuido con numerosos artículos sobre temas relacionados con la caza y el derecho agrario, y ha enriquecido la biblioteca jurídica con tres obras destacadas: "La caza en las Comunidades Autónomas", "Guía del cazador andaluz" y "Otra caza, otros tiempos".
Academias. Académico Numerario de la Real Academia Sevillana de Legislación y Jurisprudencia, donde además ha ejercido como Vicepresidente, dejando una marca perdurable en esta institución.
Honores. Francisco Cuenca Anaya ha sido reconocido con diversos honores a lo largo de su carrera, incluyendo la
Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort,
Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes
Premio Andalucía de Patrimonio Histórico.
Estos reconocimientos testimonian su dedicación incansable y sus destacadas contribuciones en los ámbitos del derecho, la academia y la cultura.
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